Santiago

Hoy estoy en Santiago, la ciudad en la que nací y me crié. Pasé mi vida en La Reina, Providencia, Lo Barnechea, Las Condes y Ñuñoa. Mis padres y mis abuelos son santiaguinos. Es el lugar al que llegaron mis bisabuelos a comienzos del siglo pasado y donde mis papás vivieron diecisiete años de dictadura. Mi ciudad se encuentra en un valle que colinda con la cordillera, cubierta por una gruesa capa de smog. cordillera Le atraviesa un río por el cual alguna vez corría agua. Cuántas veces me asustaste río conchetumadre cada vez que te desbordabas y yo era solo un niño y el agua cubría las ruedas de los autos cuando llovía. Esos días ya no existen. Son las 9 AM en el aeropuerto y espero a mis hermanas y a mi mamá que vienen por mi. Viaje más de veinte horas y huelo fatal. Galit vive en Providencia, muy cerca de la primera casa en la que viví de la que tengo recuerdos. Me bajé del auto y sentí el olor de las flores de los jacarandá de Avenida Holanda, que ensucian los vidrios de los autos estacionados. Recién ahí entendí que estaba en Santiago y no en Yafo, que huele a tabaco y animales muertos, o Tel Aviv, que huele a pipí de perro. Aquí, los cables de la luz están tendidos por las calles, y el borde de la calzada es amarillo. Los terremotos son como los mísiles, parte de la rutina, y el cahuín – el chisme – un deporte nacional. La Cordillera nevada es el emblema de Santiago. Recuerdo la primera vez que fuimos a la nieve y nos deslizamos con bolsas de basura. Hoy es invierno y la cordillera también está de vacaciones.

cordillera

La vida en Santiago puede ser linda y tranquila. También aburrida. En el otoño se caen las hojas de los árboles, como en las películas. El invierno tiene un frío seco y a veces (muy a veces) cae nieve y se paraliza todo. La primavera es el peor momento del año, todos estornudan mientras maldicen a los plátanos orientales que son parte estructural de la ciudad. En verano los vendedores ambulantes se suben a las micros con una gran caja de plumavit llena de helados de palito. Cremino, Mora crema, Choco panda y Chirimoya alegre.

Yo soy santiaguino, pero no se muy bien qué significa eso. Crecí en una ciudad que siempre le faltó algo, un no se qué. Y me fui de esta ciudad buscando eso. Santiago no me gusta, no porque sea fea, peligrosa, o falten oportunidades. No creo que ninguna de esas cosas sea el caso. Quizás la desprecio porque es la única forma que tengo de poder estar en otro lugar sin sentirme amarrado a este. Y aunque me parece injusto, creo que es momentáneo. Como cuando era niño y no me gustaba mi nombre. cordillera

A fin de cuentas aquí viven mis amigos, que son mis hermanas y hermanos, y si todo sale mal afuera siempre tengo un lugar al cual volver. Santiago, a pesar de sus defectos (y gracias a mis amistades), es amor incondicional. Aquí viví amores, escribí canciones y enterré a mis muertos. Yo ya no vivo acá, pero Santiago siempre vive en mi.


En Santiago de Chile
Los
      días
              son
                     interminablemente
                                                          largos:

Varias eternidades en un día.

Nos desplazamos a lomo de luma
Como los vendedores de cochayuyo:
Se bosteza. Se vuelve a bostezar.

Sin embargo las semanas son cortas
Los meses pasan a toda carrera
Ylosañosparecequevolaran.

Cronos - Nicanor Parra, Canciones rusas, 1967